La creatividad generalmente ha sido estudiada desde cuatro enfoques clásicos: como producto, como proceso, como característica de la personalidad y como un sistema en donde participa significativamente el juicio social. Existen además aproximaciones bastante serias que la abordan como un proceso cognoscitivo o como una propiedad cognitiva emergente.
En la mayor parte de mis trabajos he abordado a la creatividad desde una perspectiva integradora. Por ejemplo, la he definido como la generación de procesos de información, productos o conductas relevantes ante una situación de destreza o conocimiento insuficiente. Me parece que esta definición integra las principales aproximaciones teóricas. Sin embargo, estoy tratando de ver la creatividad desde otro enfoque y quizá romper mi propio paradigma. Aquí propondré las primeras bases para abordar la creatividad como un fenómeno actitudinal
Pudiera pensarse que esto, la creatividad como actitud, es una variante de ver a la creatividad como una característica de la personalidad. Sin embargo, cuando se aborda la creatividad como una característica de la personalidad, en general lo que se hace es describir ciertas variables asociadas a la personalidad que tienen alguna correlación con la creatividad. Lo que propongo es que la creatividad es una actitud. Y es esta actitud lo que puede permitir generar procesos y productos que puedan ser juzgados creativos. Si bien existe un notorio debate sobre el papel de lo social en la creatividad, papel que no puede ser ignorado, aquí estoy hablando de algo que podemos llamar creatividad individual, en donde la dimensión social de la creatividad es abordada desde la subjetividad, dando por sentado que el sujeto está mediado y media lo social.
Empecemos por abordar la actitud. Las actitudes son creencias y sentimientos en relación a un objeto (situación o persona). Se puede afirmar que son comportamientos evaluativos favorables o desfavorables hacia algo. Estos comportamientos se pueden estudiar, por ejemplo, en la velocidad de respuesta hacia algo. Una conducta frecuente también puede ayudar a identificar una actitud. Normalmente se identifican tres componentes de la actitud: emoción, conducta y cognición.
La definiciones anteriores indican que cuando se habla de actitud se habla de evaluación hacia algo. En este sentido, enfrentamos dos problemas conceptuales, primero el término “evaluación” y posteriormente la palabra “hacia”. Empecemos por esta última. La palabra “hacia” significa un problema conceptual al hablar de creatividad como actitud, pues no estoy hablando de actitud hacia de la creatividad, sino de actitud creativa. La creatividad no como objeto de la acción, sino como adjetivo y más probablemente como sustantivo. ¿Puede el objeto de la actitud ser parte de la actitud? cuando se habla de actitudes favorables o desfavorables hacia, por ejemplo, ciertos grupos étnicos, también se puede afirmar que alguien tiene simplemente una actitud hostil. Es decir, la actitud incorpora, en este caso, el tipo de comportamiento, cognición o emoción. Tal es el caso de lo que ahora llamaré actitud creativa. La actitud incorpora la disposición emocional, comportamental y cognitiva llamada creatividad. Y esa actitud creativa puede manifestarse hacia o en las matemáticas, la cocina, las relaciones interpersonales, etc. Ahora bien, cuando alguien dice que tiene una actitud hostil, para retomar el ejemplo anterior, no se puede negar que existe un objeto de esa hostilidad, así como un grupo de comportamientos que llamamos hostil. En el caso de la actitud creativa podemos afirmar que existe una tendencia hacia el generar, pensar o hacer acciones de forma flexible o con asociaciones remotas en determinados campos del conocimiento, sean estos campos disciplinas artísticas, científicas, culturales o de la vida cotidiana.
Vayamos ahora al otro problema conceptual: “evaluación”. Si una actitud es y sólo es una evaluación hacia algo, el problema es insalvable. Difícilmente podemos afirmar que la creatividad es evaluar y sólo evaluar. Definitivamente es también hacer. De hecho creo que la mayor parte de lo que consideramos creativo son acciones o producto de acciones. Claro que hubo evaluación, pero no sólo eso. Creo que las evaluaciones que la gente hace, cuando se observa una actitud, son la parte central de un proceso, pero no la totalidad. Cuando digo que son la parte central es justo eso, el centro, el eje. Por ejemplo si alguien tiene una actitud negativa hacia ciertos comportamientos religiosos, veremos también que esa evaluación negativa fue precedida por conocimientos y experiencias y a la vez seguida generalmente por conductas que reafirman tales evaluaciones. Lo mismo sucede en la creatividad. El detallar este proceso será motivo de este y otros trabajos. Por lo pronto sólo estoy tratando plantear el problema como lo estoy pensando en este momento. La evaluación, cuando se habla de actitud creativa, es similar a lo expresado anteriormente: existe una tendencia a evaluar el generar, pensar o hacer acciones de forma flexible o con asociaciones remotas en determinados campos del conocimiento, sean estos campos disciplinas artísticas, científicas, culturales o de la vida cotidiana.
En virtud que las actitudes, cualquiera que éstas sean, contienen los tres componentes arriba mencionados (cognición, conducta y emoción o afecto), es necesario establecer cómo son esos componentes en la actitud creativa. En el caso de la cognición, le podemos identificar como un pensamiento flexible con habilidades heurísticas, orientado hacia la estructuración-desesctruración-estructuración. En lo emocional, el aspecto más evidente es la tenacidad en la creatividad. En relación al componente conductual, a pesar que las conductas creativas serán diferentes para cada disciplina o campo, afirmo que existe algo que por ahora denomino destrezas comportamentales productivas o generativas, es decir, comportamientos orientados a la acción fundamentalmente proactiva, en un campo de habilidades específico.
Aproximemos un primer ensayo de definición de la actitud creativa: conglomerado de cogniciones, afectos, y comportamientos de carácter primordialmente flexible, tenaz y proactivo orientado a la generación de ideas, acciones o cosas relevantes individual y socialmente.