En un número reciente de Investigación y Ciencia* Philip E. Ross concluye que la mente de los expertos es más una cuestión de entrenamiento que de herencia. El genio se hace, no nace.
Ross (2006) afirma que la ventaja del maestro ajedrecista sobre el principiante es fruto de los primeros segundos de reflexión. Al parecer, esto es cierto no sólo para los jugadores de ajedrez sino para una gran mayoría de expertos de diversas disciplinas. Sin embargo, el ajedrez ha llamado la atención de las ciencias cognitivas pues el desempeño en esta disciplina puede ser medido fácilmente, además de tener una buena reputación como reflejo de habilidades cognitivas. Lo anterior permite la conducción de experimentos de laboratorio reproducibles y con buena validez científica. Pero ¿qué significado tiene que la ventaja del ajedrecista esté en los primeros segundos de reflexión? que probablemente esto sea un efecto del entrenamiento que permite hacer un uso eficiente de los almacenes y procesamiento de la información.
A la fecha se sabe que un ajedrecista experto, cuando recupera información que le permita saber una posición pasada del oponente en una partida, más que recuperar imágenes exactas de cómo estaba algo, recuerda estrategias; por ejemplo "no pude tomar la torre hace tres jugadas, por lo tanto ese peón tenía que estar impidiéndolo". En este sentido, existe un estudio interesante en donde se compara el desempeño de grandes maestros de ajedrez vs jugadores débiles. La tarea consistía en reconstruir de memoria las posiciones de un tablero de ajedrez. Se observó que el desempeño era significativamente superior en los grandes maestros sólo si el tablero que tenían que reconstruir era producto de una jugada real, pero si el tablero provenía de una disposición al azar de las piezas los grandes maestros sólo mostraban una pequeña diferencia vs los jugadores jóvenes. Esto refuerza la idea que lo que se recupera son más bien patrones organizados, estrategias y no mera información. También denota que la diferencia no está sustentada en grandes habilidades de memoria sino el el procesamiento de la información.
Otro dato de interés es que cuando jugadores jóvenes son comparados con jugadores experimentados al enfrentarse a una computadora en una partida de ajedrez, los jugadores muestran actividad cerebral diferente, medida mediante magnetoencefalografía. Los jugadores menos diestros muestran una actividad en zonas cerebrales más orientadas al análisis mientras que los más experimentados muestran mayor actividad en áreas que indican un mayor acceso a la memoria de largo plazo.
La mayor parte de estudios indican que lo que se ha encontrado en ajedrecistas es similar en otras disciplinas. La conclusión general es que el desempeño no está relacionado con grandes capacidades de memoria o tareas de análisis, sino en la recuperación de estrategias producto del entrenamiento.
Una de las hipótesis que tratan de explicar cómo se recupera la información, cómo se accede a las estrategias, postula que el experto usa "chunks" (tacos o trozos) de información. Es decir cuando se decodifica algo, ese algo contiene unidades de información. Para un inexperto en alguna disciplina, al enfrentarse a una tarea en la cual no tiene pericia, cada elemento nuevo le parecerá una unidad que debe procesar y analizar; sin embargo, el experto posee un conocimiento que le permite procesar como una unidad, un taco o un chunk a grandes cantidades de información, que para él son un todo integrado, mientras que para el inexperto son partes que debe analizar.
La experiencia, es lo que permite el tener "tacos" de información más grandes, más integradores. Pero para ser experto es necesario agregar una dosis de motivación que permite exigir más, poner un reto mayor, una dificultad más grande que vencer. El simple aficionado, que puede invertir muchas horas en algo pero no se impone retos cada vez mayores difícilmente llegará a ser un experto. La sugerencia que hacía hace tiempo, para
desarrollar la creatividad personal, al parecer es igualmente cierta para ser experto: "... es importante añadir, tal vez con más frecuencia de la esperada, complejidad". El añadir complejidad, el añadir retos nos impulsa hacia adelante, no acerca a un
estado de fluidez y de esta manera potenciamos no sólo nuestras habilidades cognitivas, sino buena parte de nuestra naturaleza humana.
* Ross, P. E. (Octubre, 2006). La mente del experto.
Investigación y Ciencia, (361) 50 - 57.
Etiquetas: Inteligencia, Aprendizaje