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De la enseñanza al aprendizaje… flexible


Recientemente participé como facilitador en un taller sobre desarrollo de pensamiento crítico y herramientas de aprendizaje. El propósito inicial del curso - taller era compartir con mis colegas algunos elementos que pudieran potenciar el aprendizaje y el pensamiento crítico de sus estudiantes. Sin embargo, en consideración de la propia dinámica bajo la cual estaba inscrito el curso, así como los intereses diversos y disposición de los profesores, el curso - taller evolucionó para tomar una forma de carácter más reflexivo - propositivo. A continuación comparto algunas reflexiones.

Originalmente planteé una pregunta generadora ¿Cómo hacer para mejorar, considerando la dinámica institucional, mis habilidades como profesor y las habilidades de mis estudiantes para que los procesos de aprendizaje tengan mejor calidad? Al ser planteada la pregunta y discutida surgieron entonces las siguientes preguntas: ¿qué habilidades podemos mejorar nosotros como profesores? ¿cuál es la función del profesor y qué lo define? ¿qué soy, que hago y qué pretendo hacer en el contexto del aprendizaje?¿Cómo es un aprendizaje de calidad? ¿cómo demostrar si es de calidad?

Las preguntas son tremendamente sugerentes pues denotan la necesidad sentida de clarificar o redefinir el papel del profesor en el contexto del aprendizaje. Lo anterior es importante pues todo indica que el profesor no puede ser más aquel que "enseña", aquel que transmite conocimientos. El profesor es un facilitador del aprendizaje.

Esto significa un cambio en el paradigma tradicional que pone en énfasis en la enseñanza y no en el aprendizaje. Si bien, esto puede no parecer nuevo, destaca que la gran mayoría de profesores está en la búsqueda de un desarrollo que les permita facilitar mejores experiencias de aprendizaje.

Para la mayor parte de los profesores, resulta claro que un esquema de flexibilidad es quizá uno de los mejores caminos para lograr un aprendizaje de mejor calidad.

Y cuando se habla de flexibilidad se habla de una Universidad con sistemas institucionales flexibles, con planes académicos flexibles, con procesos de aprendizaje flexibles.

La flexibilidad, se torna en una fuerza vital que permite la libertad y que a la vez es el reflejo de ésta. La flexibilidad puede permitir que nuestros estudiantes salgan mejor preparados para procesos de cambio, e incluso para situaciones no flexibles. Lo contrario, la falta de flexibilidad, conducirá a un conocimiento más estático, un aprendizaje menos dinámico y finamente a menos oportunidades de desarrollo. Después de todo, ha sido nuestra capacidad adaptativa, nuestra flexibilidad, la que ha permitido que la humanidad sea cada vez más humana.

Cuatro acciones inmediatas pueden facilitar el proceso flexibilidad académica:
  1. Promover que el estudiante someta su aprendizaje a situaciones reales que le permita demostrar y mejorar sus competencias.
  2. Establecer conexiones con otros campos disciplinarios que permitan
  3. Actividades transdiciplinares, en donde los estudiantes participen en diferentes disciplinas
  4. La interacción del profesor en diferentes campos.